Es primavera, pero es una primavera inusual, con temperaturas que baten récords y muy poca lluvia. Se están dando las condiciones perfectas para que en poco tiempo pueda haber algún incendio forestal potente. La buena noticia es que se pueden prevenir o, como mínimo, evitar que se extiendan mucho. ¿Cómo? Con la gestión forestal sostenible y la colaboración de la población.
¿Qué es la gestión forestal sostenible?
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la gestión forestal sostenible puede considerarse como “el uso y la conservación sostenible de los bosques con el fin de mantener y mejorar sus múltiples valores mediante la intervención humana.”. Para ponerse en práctica se necesita tener en cuenta aspectos administrativos, jurídicos, técnicos, económicos, sociales y ambientales (FAO, 2023). En el caso de la prevención de incendios forestales hay mucho avanzado y suelen tomarse medidas de gestión enfocadas sobre todo en reducir el combustible disponible para el fuego, es decir, a reducir la cantidad de vegetación de los bosques.
¿Por qué querríamos reducir la cantidad de vegetación de los bosques?
Pues porque, en el caso de la península Ibérica, hace décadas que se empezó a abandonar el campo para ir a vivir a la ciudad. Es por ello que en muchas tierras donde antes se cultivaba o se ejercía la ganadería ahora hay bosques homogéneos, es decir, masas ininterrumpidas de árboles en las que si empieza un incendio es muy fácil que el fuego se llegue a extender de punta a punta. Si viéramos los bosques desde arriba, lo ideal sería ver un paisaje en “mosaico”, en el que de vez en cuando aparecerían prados entre masas de árboles, ya que los prados puede retrasar la propagación del fuego y facilitar el acceso a los bomberos. Además, al haber distintos tipos de terreno, también se favorece que haya más biodiversidad, como aves y reptiles que suelen encontrar alimento y refugio cerca de campos de cultivo.
Los grandes incendios que se produjeron en Zamora el año pasado son un claro ejemplo de la necesidad de los paisajes en mosaico y una gestión forestal que los facilite. Los incendios se produjeron en una zona en la que se había invertido poco en gestión forestal y había un alto abandono rural. Debido a eso y las condiciones cada vez más extremas del clima, uno de los incendios llegó a quemar 10.000 hectáreas en tan solo cuatro horas, sin que los bomberos pudieran hacer apenas nada para evitarlo, aparte de que no estaban contratados todos los necesarios (con la política hemos topado).Cómo podemos tener más paisajes en mosaico?
Según un estudio de investigadores del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña en el que se analizaron varias opciones para prevenir y reducir los efectos de los incendios, la mejor opción parece ser la de revertir el abandono rural a través de la agricultura extensiva y la promoción de especies forestales resistentes al fuego. Por ejemplo, se pueden ir sustituyendo los bosques de coníferas y eucaliptos por los de robles, que son mucho menos inflamables. Según los investigadores, es la opción que aporta mayores beneficios socioeconómicos y a nivel de conservación de la biodiversidad, además de reducir los costes de las pérdidas que se producen con los incendios. ¿El problema que ven? Que solo se paga a los agricultores por los productos que obtienen y no por el servicio que ofrecen contra los incendios al mantener sus campos. Debido a ello, los científicos insisten en que se deben diseñar políticas que ofrezcan más beneficios a los agricultores y, de esta forma, se incrementará el número de personas que cultiven en tierras que habían sido abandonadas.
Por suerte, mientras esas políticas se hacen realidad, podemos ir avanzando en la prevención de incendios con otros métodos que reducen el combustible de los bosques y aumentan su resistencia contra el fuego.
Quemas prescritas
Otro método tradicional del que se está estudiando su eficacia y efectos sobre el suelo son las quemas prescritas, que consisten en quemar de forma planificada el sotobosque -según la zona, intensidad prevista del incendio y condiciones climáticas específicas- para conseguir el mismo efecto que el desbroce, pero reduciendo los costes de la maquinaria y sin dejar restos vegetales en el suelo. Según un estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y el CTFC, parece haber evidencias de que el tratamiento de los bosques, combinando el aclareo, el desbroce y las quemas prescritas de los restos del desbroce, es el que funciona mejor para hacerlos resistentes a la sequía y los incendios, ya que con las quemas prescritas del sotobosque, este tarda más en volver a crecer.
Ganadería extensiva
Por otro lado, uno de los métodos más antiguos para reducir el combustible de los bosques es el de la ganadería extensiva, que al igual que la agricultura extensiva, también se ha ido perdiendo por el abandono de la vida rural. El ganado es capaz de alimentarse de las “malas hierbas” y los arbustos de los bosques, reduciendo la cantidad de vegetación disponible para el fuego, así que también se está fomentando su uso. Como en Cataluña, que se están tomando medidas como pagar a ganaderos para que sus rebaños pasten por zonas de bosque, convirtiéndolo en una nueva forma de negocio o como complemento a la que ya tienen. También hay iniciativas como la de Rebaños de Fuego, que certifica los productos de ganaderos que colaboran en la prevención de incendios con un sello que los visibiliza. De esta forma, la gente que consuma esos productos, sabrá que está contribuyendo a recuperar la ganadería extensiva, a favorecer el producto local -consiguiendo que algunas zonas rurales puedan ir repoblándose-, e impulsar la conservación de los bosques.
Con información de: ¿Cómo se pueden prevenir los grandes incendios forestales? (lanaturalezaenunclic.com)